Todo nace siempre desde la misma premisa, comentario en el trabajo, cena con amigos, discusiones maritales, etc. etc. etc. Todo surge siempre de lo mismo, si señores, todo, absolutamente todo, se reduce a las dos afirmaciones siguientes: Los hombres son unos pelotudos. Las mujeres están completamente locas.
Comencemos por los hombres. Los tipos resultamos ser bastante prácticos para muchas cosas, pero ante la sencillez de no meter la pata ah, ahí estamos fritos. Somos una verdadera máquina de mandarnos cagadas. Peor aún, siquiera somos capaces de poder enterrar esas cagadas (de lo que se deduce entonces que los perros, quienes si tienen esta habilidad minera, son más inteligentes que los hombres). Infinidad de ejemplos caen de maduros ante tal e irremediable realidad: recordar fechas, hablar de más (¿era tan difícil decir que no se veía gorda?, Dios), limpiar el baño tras la ducha, levantar la tabla, no eructar, y así infinita, consecutiva y sustantivamente. Y, Dios, pobre de aquel que sea infiel… dios… somos tan obvios que incluso hasta un perro abotonado podría desmentir mejor que nosotros (con lo que volvemos a la conjetura anterior con respecto a estos seres supremos).
En el caso de las mujeres… por donde empezar… comencemos por aquellas pequeñas cosas que hacen que solo otras mujeres notan. Ejemplo de esto, es cuando están de levante… de la única manera que nos podemos llegar a enterar que tienen un mínimo interés por algún tipo es si llegamos escuchar a dos mujeres que observan el hecho.
- ¡Hay, que trola!, ¿viste como lo mira?
Esto me hace acordar otro punto: el verse lindas. Y quiero recaer sobre todo en este ítem porque es lo que demuestra nuestra hipótesis queridos amigos.
Si hay algo en lo que basa casi su existencia misma la mujer es en verse lindas. Obviamente nos echan la culpa a nosotros, pero veamos esto detenidamente. Esa irrefrenable manía de probar cualquier dieta que se les cruce encima, y no importa que no sean gordas, o que no nos importe que realmente lo sean, ellas insisten en que están gordas. Y peor aun en primavera. A esto le podemos agregar toda la industria que se echan encima: pomadas para las arrugas, estrías, granos, puntos negros; medias de lycra, las otras que levantan y modelan el upite, corpiños push up, con relleno, con aro; tinturas, extensiones, uñas y pestañas postizas, ropa negra o con rayas horizontales, tacos, plataformas, pinturas, base, rimel, etc. etc. etc. o sea, que cuando una mujer se va a dormir no se desviste, se desmonta o se desarma. Y digo, si todos los gatos son pardos por las noches, es porque han de usar los mismos químicos.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que, en ambos casos, estas características se pasan de generación en generación e invirtiendo las polaridades (hijo adora a madre, hija adora a padre, para decirlo en neandertal) terminamos teniendo que todas las mujeres son pelotudas y que todos los hombres estamos completamente locos. Con lo que finalizo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, que nos estamos yendo una vez más a la mismísima mierda como sociedad. La pelotudés del hombre lo va a llevar a su autodestrucción, y el mínimo error en la combinación de sustancias (por ejemplo rimel en un push up) puede llegar a desencadenar una explosión en cadena que destruya a todas las mujeres… y volverán una vez más, otra vez, nuevamente los cascarudos a conquistar el mundo, y no padecerán estos problemas ya que las cascarudas siempre fueron y serán feas y a los cascarudos esto les importa muy poco.
Comencemos por los hombres. Los tipos resultamos ser bastante prácticos para muchas cosas, pero ante la sencillez de no meter la pata ah, ahí estamos fritos. Somos una verdadera máquina de mandarnos cagadas. Peor aún, siquiera somos capaces de poder enterrar esas cagadas (de lo que se deduce entonces que los perros, quienes si tienen esta habilidad minera, son más inteligentes que los hombres). Infinidad de ejemplos caen de maduros ante tal e irremediable realidad: recordar fechas, hablar de más (¿era tan difícil decir que no se veía gorda?, Dios), limpiar el baño tras la ducha, levantar la tabla, no eructar, y así infinita, consecutiva y sustantivamente. Y, Dios, pobre de aquel que sea infiel… dios… somos tan obvios que incluso hasta un perro abotonado podría desmentir mejor que nosotros (con lo que volvemos a la conjetura anterior con respecto a estos seres supremos).
En el caso de las mujeres… por donde empezar… comencemos por aquellas pequeñas cosas que hacen que solo otras mujeres notan. Ejemplo de esto, es cuando están de levante… de la única manera que nos podemos llegar a enterar que tienen un mínimo interés por algún tipo es si llegamos escuchar a dos mujeres que observan el hecho.
- ¡Hay, que trola!, ¿viste como lo mira?
Esto me hace acordar otro punto: el verse lindas. Y quiero recaer sobre todo en este ítem porque es lo que demuestra nuestra hipótesis queridos amigos.
Si hay algo en lo que basa casi su existencia misma la mujer es en verse lindas. Obviamente nos echan la culpa a nosotros, pero veamos esto detenidamente. Esa irrefrenable manía de probar cualquier dieta que se les cruce encima, y no importa que no sean gordas, o que no nos importe que realmente lo sean, ellas insisten en que están gordas. Y peor aun en primavera. A esto le podemos agregar toda la industria que se echan encima: pomadas para las arrugas, estrías, granos, puntos negros; medias de lycra, las otras que levantan y modelan el upite, corpiños push up, con relleno, con aro; tinturas, extensiones, uñas y pestañas postizas, ropa negra o con rayas horizontales, tacos, plataformas, pinturas, base, rimel, etc. etc. etc. o sea, que cuando una mujer se va a dormir no se desviste, se desmonta o se desarma. Y digo, si todos los gatos son pardos por las noches, es porque han de usar los mismos químicos.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que, en ambos casos, estas características se pasan de generación en generación e invirtiendo las polaridades (hijo adora a madre, hija adora a padre, para decirlo en neandertal) terminamos teniendo que todas las mujeres son pelotudas y que todos los hombres estamos completamente locos. Con lo que finalizo, y teniendo en cuenta todo lo anterior, que nos estamos yendo una vez más a la mismísima mierda como sociedad. La pelotudés del hombre lo va a llevar a su autodestrucción, y el mínimo error en la combinación de sustancias (por ejemplo rimel en un push up) puede llegar a desencadenar una explosión en cadena que destruya a todas las mujeres… y volverán una vez más, otra vez, nuevamente los cascarudos a conquistar el mundo, y no padecerán estos problemas ya que las cascarudas siempre fueron y serán feas y a los cascarudos esto les importa muy poco.
* foto: cascarudo lider de la revolución colonizadora.